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Ser padres, una profesión seria.

Actualizado: 17 nov 2020



Se estima actualmente que para que una maestra pueda llegar a ensenarle a un niño a leer y a escribir, ésta necesita por lo menos 4 años de aprendizaje. Por el contrario, la labor de CRIANZA DE LOS HIJOS -la más difícil e Importante de cuantas tareas humanas existen- está considerada como una labor para la cual no se necesita entrenamiento alguno.

Se cree que por el mero acto de engendrar o dar a luz una criatura automáticamente le confiere al padre o a la madre el conocimiento y el entrenamiento necesario para criarla.


La realidad es que mientras más conocimientos tengan los padres sobre los diversos aspectos de crianza, mayores serán las posibilidades de que sus hijos triunfen emocional e intelectualmente en la vida. Padres estudiosos y conocedores de las labores de crianza, saben que los cambios más significativos en la vida de sus hijos ocurren durante sus primeros años de infancia. Estos padres saben que el mayor crecimiento físico del niño tiene lugar desde la concepción hasta los 6 meses de edad y que su periodo de mayor desarrollo Intelectual se da también durante sus primeros 4 años de vida. En consecuencia, estos padres entienden que para cuando sus hijos tengan 8 años de edad, la etapa más importante de su desarrollo intelectual -su habilidad para pensar, razonar y recordar- ya se ha cumplido.


Hay otros padres que por falta de conocimiento creen que la educación de sus hijos comienza al ingresar éstos al sistema escolar, dejando perder una oportunidad valiosísima e irremplazable para motivar el desarrollo de sus niños. Porque es durante estos primeros 3 años de infancia, cuando el niño depende aún casi completamente de sus padres, que la labor educadora de estos exige no solo que le dediquen lo atención indispensable para supervivencia del infante, sino también que sus padres pongan el mayor esmero en el proceso de desarrollo de sus conocimientos y habilidades. Esta tarea requiere por parte de los padres madurez, observación, paciencia e Ingenio y maestría en la identificación de aquellos momentos y situaciones que se prestan para enseñar.


El diario vivir con infantes transcurre colmado de oportunidades de aprendizaje. La hora de comer por ejemplo sirve para que el niño aprenda a coordinar manos y ojos en el manejo de la cuchara. Pero también puede aprovecharse para ampliar su vocabulario al señalarle y nombrarle los diferentes objetos y alimentos, conceptos sobre forma, tamaño, color y textura están así mismo presentes. Si los padres generalizan esta manera de enseñar a las demás actividades que realizan con sus pequeños, van a resultar con un niño cuyo vocabulario, conocimientos y pensamientos van a ser cada vez más ricos y completos.


No son por tanto los maestros los primeros responsables del aprendizaje de los niños, sino los padres los llamados a colocar el primer cimiento educativo sobre el cual estos puedan construir futuras experiencias. La labor educadora y de crianza requiere un verdadero entrenamiento, además de una preocupación constante por mejorar y ampliar estos conocimientos con la ayuda de lecturas, conferencias, asesorías y consultas.


El famoso cuento de que la inteligencia se hereda, afortunadamente no ha sido nunca verdad. Los niños prodigio lo son en gran parte porque sus padres ponen el conocimiento y la atención necesaria en su crianza y en el desarrollo de sus capacidades y habilidades latentes, cuya riqueza en el ser humano, es más sorprendente de lo que comúnmente se cree.


Marisa Uribe

Tomado de Notas de crianza

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