Papá también es parte de la familia.
Actualizado: 17 nov 2020

Dentro de nuestra concepción de lo que representan padre y madre para los hijos, se separan tan exageradamente las funcionen de éstos, que se ha llegado a crear la impresión de que es la madre quien instintivamente se encuentra más cercana, apta y motivada para desempeñar el papel de entidad placentera y afectiva hacia los hijos. En tanto que al padre se lo considera también por naturaleza como indiferente a este vínculo instintivo de atracción entre progenitor e hijos.
De esta concepción se desprende la idea de que es la madre quien siente y quiere más a los hijos, mientras que el padre cumple únicamente con la función de engendrarlos y luego de asegurarles la subsistencia y si es posible el bienestar económico.
La verdad, sin embargo, es que ser papá no es únicamente cumplir con una serie de requisitos biológicos y económicos. Es preciso que comprendamos la importancia del papel afectivo del padre en el desarrollo de sus hijos y las tremendas repercusiones que este afecto conlleva en la adaptación personal de niños y niñas, específicamente en cuanto al concepto que unos y otros deben formarse de lo "masculino". No es lo mismo "contarle" al niño o a la niña cono debe ser papá, hay que darles la oportunidad de que lo aprendan directamente de éste, viéndolo actuar y manteniendose en contacto con él.
El varoncito necesita desde muy temprano establecer una relación profunda, constante y progresiva con su padre (o rol paterno), de manera que pueda asimilar, incorporar y entender el papel paterno que tendrá que desempeñar en el futuro. El niño necesita aprender a mirarse y a percibirse como un ser cuyas características físicas y biológicas se asemejan más a las del padre que a las de la madre. Necesita aprender a diferenciar los símbolos sociales y las actitudes que dentro de la cultura son típicamente masculinas. Y por último, este varoncito necesita, mediante la presencia y el ejemplo constante del padre, practicar el de aquellos elementos masculinos socialmente observables cono son: hablar, vestirse, caminar, saludar, etc.
En relación a las niñas. la ausencia del padre les niega lo oportunidad de desarrollar vínculos emocionales satisfactorios con una figura masculina, asi que esto limitación en conocimiento de lo que son los hombres va en detrimento del desarrollo de su capacidad afectiva normal. La niña debe prepararse para su futuro papel como mujer y compañera y debe ser su padre quien le facilite esta preparación. La mujer del mañana necesita un papa con quién jugar, con quién entenderse y con quién "medir fuerzas". La niña necesita ser admirada y aceptada por una figura masculina y aprender, a la vez, a aceptarla y a admirarla.
Los niños, sea cual fuere su sexo, se benefician enormemente al tener presentes en su vida infantil a un padre que se compromete con su crianza y que complementa a la madre en cuanto a cualidades y talentos. Los niños que crecen sin una figura masculina activa y presente en sus vidas, tienden a llenar este vacío con fantasías, buscando afanosamente imágenes masculinas sustitutas con las cuales identificarse, sin que importe a su inmaduro discernir las verdaderas calidades que estas imágenes ofrecen. Son niños que manifiestan Inquietantes concepciones de lo que deben ser los hombres, atribuyéndoles propiedades limitadas y características aisladas e inconstantes, reuniendo en su infantil fantasía elementos que han recogido al azar, de encuentros esporádicos con figuras masculinas diferentes al propio padre. El asumir el papel paternal de manera Integra y activa, redundará, no hay duda, en el bienestar emocional y en la autoestima de nuestro hijos e hijas.
Marisa Uribe
Tomado de Notas de crianza